San Ignacio de Loyola

Una revisión histórica siempre termina arrojando un puñado de nombres propios que han influido en su propio devenir, y el de San Ignacio de Loyola es sin duda uno de ellos. A él le debemos la fundación de la Compañía de Jesús, cuya misión intelectual y formativa ha sido fuertemente impulsada desde su aprobación en 1540. De la mano de la fundadora de la Orden de los Carmelitas Descalzos, Santa Teresa de Jesús, estuvo su papel en la Contrarreforma, que supuso un verdadero desafío al statu quo dominante en aquel momento y supuso la preparación de la Iglesia para la modernidad. San Ignacio tuvo que enfrentarse a todo tipo de oposición y adversidad, características de quienes emprenden una revolución, lo que acrecentó su ejemplaridad. Partiendo de sus hitos vitales como hilo conductor, el lector atento encontrará nuevas lecturas de la figura y la obra de Ignacio, recogidas durante un ciclo de conferencias con motivo del 500 aniversario de la conversión del santo, cuya luz continúa disipando -cuatrocientos años después de su canonización por el Papa Gregorio XV y cien años desde que Pío XI lo declaró patrono de los Ejercicios Espirituales- las sombras que siguen planeando sobre el camino que conduce a la claridad.