Primera sangre

En la primera página de este libro encontramos a un hombre frente a un pelotón de fusilamiento. Nos encontramos en el Congo, en 1964. Ese hombre, secuestrado por los rebeldes junto con otros mil quinientos occidentales, es el joven cónsul belga en Stanleyville. Se llama Patrick Nothomb y es el futuro padre del escritor. Partiendo de esta situación límite, Amélie Nothomb reconstruye la vida de su padre antes de ese momento. Le da voz. Es el propio Patrick quien narra sus aventuras en primera persona. Así, sabremos de su padre, un soldado que murió a causa de la explosión de una mina siendo muy joven; de su madre, desvinculada de él, que lo envió a vivir con sus abuelos; del abuelo, poeta y tirano, que vivía apartado del mundo; de la familia aristocrática, decadente y arruinada, que poseía un castillo; del hambre y las penurias durante la Segunda Guerra Mundial. También sabremos de sus lecturas de Rimbaud; de las cartas de amor que escribió para un amigo; de los dos verdaderos escritores de las cartas, que acabaron enamorándose y casándose; de ​​su aprensión a la sangre, que podía hacerle desmayarse si veía una gota; de su carrera diplomática… Hasta que volvió a esos terribles momentos del principio, en los que apartaba la mirada para no ver la sangre derramada de otros rehenes pero tenía que mirar a la muerte a los ojos.