Los idólatras y todos los que aman

Con las manos temblorosas de dolor y conmoción, Elizabeth Jameson deja el cadáver inmaculado de su gato sobre la mesa de la cocina de Rita, su inquilina, también estudiante de doctorado de su hijo, Florian. El animal había agotado sus siete vidas la noche anterior, pero, una vez enterrado, reapareció en su puerta. Rita lo consuela, abrumada por la culpa, sabiendo que su perro, Kurt, fue el responsable, y que el crimen podría costarle su casa y su futuro. Partiendo de esta premisa, Adriana Murad Konings sorprende con una novela singular en la que el duelo por la muerte de una mascota abre las puertas a un universo disparatado —con una comedia digna de Muriel Spark—, adictiva y llena de emoción.