Gadir

En el año de la ciento setenta y siete Olimpiada (70 a. C.), Posidonio de Apamea, un famoso filósofo rodio que dedicó su vida a la búsqueda del conocimiento, finalmente cumplió un antiguo anhelo: viajar a Gadir, la mítica ciudad cananea del lejano oeste, para visitar el famoso templo de Melqart. Gracias a la influencia de su protector, Pompeyo el Grande, Posidonio obtuvo el raro privilegio de alojarse en el propio templo, donde deseaba observar las estrellas, estudiar las mareas y consultar los fondos de su extraordinaria biblioteca. Sin saberlo, el griego se adentró en la boca de un volcán a punto de explotar. Su presencia en Gadir despertó el recelo de los partidarios del antiguo orden, reacios a renunciar a sus tradiciones, a pesar de la presión ejercida por los romanos como los nuevos amos del mundo. Los sacrificios humanos, la prostitución ritual o la pena de muerte para los criminales suscitaron feroces conflictos entre los reformistas, liderados por la familia Balbo, y los conservadores, liderados por la casta sacerdotal. Incansable buscador de la verdad tras cada desafío, Posidonio siempre ha seguido la voz de la razón. Pero es en Occidente donde se enfrenta, por primera vez, al dilema moral de su compromiso. En Gadir, todo cambia para él.