Felices para nunca

Cuando Sophie Steinbeck descubre justo antes de su boda que su prometido la ha engañado una vez más, desea desesperadamente cancelarla. Pero como su futuro suegro es el jefe implacable de su padre, no quiere ser ella quien lo haga. Su salvación viene en forma de un objetor profesional, cuyo propósito es aparecer en las bodas y proclamar las palabras que ninguna pareja (normalmente) quiere oír en su ceremonia: "¡Me opongo!". Durante las festividades antiboda de esa noche, Sophie descubre más sobre el trabajo de Max el Objetor. Tiene todo el sentido del mundo para ella: salva a la gente de desperdiciar sus vidas, de hacerse daño mutuamente. Es un héroe moderno. Y Sophie quiere formar parte. Los dos cínicos del amor empiezan a trabajar juntos, yendo de boda en boda, y Sophie se lo pasa mejor que en mucho tiempo. Espera con ilusión cada ceremonia estresante para salvar las almas enamoradas de las masas de prometidos. Sin embargo, a medida que Sophie y Max pasan más tiempo juntos, se dan cuenta de que su química física es descomunal, lo que los lleva a tener uno o dos encuentros casuales, pero no pasa nada, porque definitivamente no sienten nada el uno por el otro. El amor no existe, después de todo. Y entonces todo cambia. Un futuro novio contrata a Sophie para que se oponga, pero su prometida es la mujer que le rompió el corazón a Max. Mientras Max se debate entre si puede ser cómplice de que su ex salga lastimada, Sophie lidia con la repentina comprensión de que podría haberse enamorado perdidamente de su cómplice.