El sótano

Instalada en una fatiga crónica, fruto de una dolencia inespecífica, la narradora de esta novela decide ingresar en una clínica de lujo diseñada con eficacia para restaurar cuerpos enfermos. Allí se rodea de un selecto grupo de pacientes que, como ella, se entregan a los tratamientos que se les administran en el sótano del edificio. Entre sus compañeros se encuentran Rubén, que ejerce de maestro de ceremonias, y su esposa Dolores, con quien la protagonista entabla una amistad incierta. También la señora Goosens y su sobrino Adolfo, quienes parecen sanar y empeorar, respectivamente, a un ritmo sospechoso. Cuando la mejoría física de la protagonista no llega, cuando la dinámica del grupo parece obligar a sus miembros a elegir entre la soledad o la tiranía, surgen las dudas. ¿Y si lo extraño es precisamente estar sano? Si la identidad, quizás más enferma que el cuerpo, puede convertirse en una carga, ¿sería preferible aceptar su disolución o intentar resistir? Y, dado lo que parece el principio del fin, ¿merece la pena dedicar el esfuerzo a escribir, en palabras del narrador, «una novela con una trama médica sórdida y criminal»? El sótano se revela, en una narración anómala y fascinante, como el reverso de otra novela posible, escrita con la libertad y precisión con la que se construye un collage, oscuro e impredecible como un mal que se extiende.