Dos historias nada decentes

La señora Donaldson es una viuda de cincuenta y cinco años, con una hija convencional que intenta asegurarse de que su madre viva reverenciando la memoria de su marido. Ella interpreta el papel de diferentes pacientes y sus enfermedades para ilustrar las clases del Dr. Ballantyne. La señora Donaldson comienza a descubrir profundidades dentro de sí misma de las que antes no era consciente. / La señora Donaldson es una viuda reciente, de cincuenta y cinco años, con una hija casada, puritana e insoportablemente convencional que pretende que su madre viva reverenciando la memoria de un difunto marido muy aburrido. Aburrimiento contra el que la señora Donaldson no se rebelaba, y ni siquiera cuestionaba, educada en la firme creencia de que ser y hacer lo que se espera de nosotros son los pilares de la felicidad cotidiana. O conformidad. Pero ahora su vida comienza a cambiar. Ha conseguido un trabajo en un hospital: actúa interpretando a pacientes, con sus correspondientes enfermedades, para ilustrar las clases del doctor Ballantyne. Y, de interpretación en interpretación, la señora Donaldson comienza a descubrir pliegues y honduras que ignoraba de sí misma. También ha alquilado una habitación a una pareja de estudiantes que le proponen un pago en especies para salir lo que le deben: le ofrecerán un espectáculo porno sólo para sus ojos. Y ella, contra todo pronóstico, acepta, los contemplan y cuando terminan les ofrece una taza de té.